5 ago 2014

Huerto urbano fácil




Pasos para hacer un huerto urbano 

Elegir el lugar: Una terraza, ventana o balcón puede convertirse en un lugar perfecto para cultivar las plantas. Lo más aconsejable es que el huerto esté situado en una zona iluminada, orientado hacia el sur para aprovechar el máximo número de horas de sol (8-10 horas de luz). Y si es posible, que esté protegido de las corrientes de aire.

Qué plantamos?? Al principio es recomendable iniciarse con cultivos fáciles que no nos den demasiados problemas. Darán mejores resultados aquellos cultivos a los que no le afecten graves enfermedades y plagas, que tengan un ciclo corto, que se puedan cultivar durante casi todo el año y que sean cultivos de fácil manejo. Especies como acelgas, lechugas, rábano, ajo y cebollas cumplen estos requisitos. 

Recipientes. Según las dimensiones de tu balcón, terraza o patio habrá que elegir un tipo de maceta o contenedor diferente para instalar el huerto. Entre 7 y 15 centímetros de profundidad se puede plantar casi de todo (zanahorias, tomates, judías, maíz, guisantes, calabazas, rábanos, berenjenas, pepinos, albahaca, menta…), ya que las raíces no requieren mucho volumen si tienen suficiente agua, aire y nutrientes. Los maceteros de barro, aunque son más pesados, son mejores que los de plástico porque respetan la temperatura de la tierra. Las jardineras o la mesa de huerto son otras buenas opciones. Lo importante es que tengan un buen sistema de drenaje.

La siembra. Existen dos formas básicas de siembra: sembrar directamente al huerto o sembrar en contenedores pequeños para después trasplantarlos al huerto, lo que se conoce como plantel. Hay hortalizas como el rábano, la zanahoria o el nabo que no se pueden trasplantar y obligatoriamente se deben de sembrar. Otras hortalizas como la lechuga, la cebolla o el tomate, aunque se pueden sembrar directamente, es aconsejable trasplantar el plantón.

El transplante. Lo más importante durante el transplante es no estropear las raíces de la planta y hacer un agujero lo suficientemente grande. El siguiente paso es presionar ligeramente el sustrato alrededor de la planta transplantada y regar a continuación con una regadera.

El sustrato. Un buen sustrato asegurará el éxito de la huerta. El más recomendado es el compost, un sustrato de origen 100% orgánico que contiene una mezcla de restos forestales y estiércol. Puedes incluso hacer tu propio compost en casa. Entre sus ventajas destaca su capacidad de almacenar agua y nutrientes que la tierra posee, algo fundamental ya que en nuestro huerto, las plantas tendrán poca profundidad de sustrato para que las raíces busquen el alimento. Además, el sustrato orgánico pesa hasta tres veces menos que la tierra normal y, por lo tanto, carga mucho menos la mesa y la terraza.


El abono 
Las plantas se alimentan de los nutrientes minerales que hay en el sustrato y que extraen mediante sus raíces. Los más importantes son el fósforo, el nitrógeno, el potasio, el magnesio, el manganeso, el boro, el cobre, el molibdeno y el hierro. Al principio no será necesario añadir ningún abono, pero con el tiempo, los nutrientes se agotarán y habrá que añadir más compost. Se recomienda abonar al menos dos veces al año.


El riego 
El riego es una de las claves para el éxito de nuestro huerto en casa. Para regar con precisión, se recomienda instalar un sistema de riego por goteo. Sabremos que el riego ha finalizado cuando comience a salir agua por debajo de la mesa. La frecuencia del riego depende de la época del año y de la cantidad de plantas que hay en el huerto. Por ejemplo, en verano es necesario regar dos o tres veces al día.


Control de plagas 
Se debe observar el huerto para detectar las posibles plagas lo antes posible. Para combatirlas, no es recomendable utilizar tratamientos químicos ya que generalmente son tóxicos y no respetan los enemigos naturales de las plagas. Algunas de las plagas más habituales son: los pulgones, las larvas defoliadoras o el oidio.


Bibliografía:http://diarioecologia.com

Imagen:comerbeberamaryperrunear.blogspot.com



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Mis trucos preferidos: 

"Cómo limpiar las zapatillas de running"

Llegamos a casa empapados y sucios de barro tras un gran entrenamiento. Nuestras zapatillas último modelo han respondido perfectamente a las exigencias. Sin embargo, parece que han perdido algo de lustre, vamos, que  están hechas una porquería. Han recibido mucha caña últimamente. Las  hemos metido por caminos polvorientos, por barro, por charcos….

En fin, que lo fácil sería que se fueran directamente a la lavadora. Pero, no, ¡grosso error! Eso sería desaconsejable, ya que podríamos estropear los materiales de los que están hechas y probablemente sus tecnologías perderían muchas de sus cualidades.

¿Entonces qué? ¿Cómo las lavamos?

Las introducimos en un barreño con agua templada y les añadimos jabón neutro. Ahí las dejamos durante una media hora hasta que se reblandezca la suciedad incrustada. Una vez transcurrido este tiempo, en el mismo barreño y con la misma agua, las frotamos con un cepillo con las cerdas suaves. No con un cepillo de esparto, ya que podríamos deshilacharlas. Hecho esto, se sacan del agua y se aclaran. Ya sea con una manguera, en la ducha o en un lavadero.

Si vemos que ya están limpias, las pondremos a secar. Aunque nunca al sol, ni junto a una fuente de calor, ya que esto podría deformarlas. Lo suyo será ponerlas a la sombra, en un lugar seco e incluso rellenarlas con papel de periódico para que absorban mejor la humedad. Las plantillas y los cordones sí pueden ser lavados a máquina, no hay ningún problema por eso.


Mis frases preferibles: 

"Siembra en creciente y arranca en menguante, y tendrás un lino como bramante"
                                                                                                                -Anónimo-


 äma®

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