7 feb 2015

La fotografía barata



Encontré este artículo en el muro de FB de un amigo, su título original es "Fotografiar mató a la fotografía", y creo que describe a la perfección el ridículo uso que estamos haciendo de las nuevas tecnologías.

Ya todo el mundo hace fotos, pero la verdadera fotografía seguirá quedando solo en manos de unos cuantos que le han dedicado el suficiente tiempo como para que esta se siga considerando arte.

No soy más que un aficionado que pretende llegar un día a conseguir fotos decentes, pero no con un móvil de muchos megapixels y sin control manual. Existen tabletas, móviles... y todo tipo de aparatos mini que son capaces de hacer de todo y por precios a veces de risa, y creo que ese es el verdadero problema. Algunos teléfonos móviles valen incluso para hacer llamadas...

Con lo barato que sale hacer clic una y otra vez, muchas veces ocurre que no disfrutamos de nuestra vida mientras la vivimos sino que solo queremos inmortalizarla. Es un daño colateral de la nueva fotografía.

Hagamos memoria y pensemos cuántas veces en el tiempo reciente hemos disfrutado de un momento sin recurrir a la cámara. Una puesta de sol, una celebración, una fiesta, una gracia del bebé. Ya no concebimos disfrutar del momento si no hay una foto o un vídeo.

Hasta tal punto hemos llegado que no solo anteponemos nuestra propia satisfacción a tener el recuerdo gráfico, sino también nuestra seguridad. Lo hemos visto en los últimos encierros de los sanfermines, donde la gente corre por salvar -a veces literalmente- su vida, pero no suelta la cámara hasta que la frente de un toro les empuja contra el suelo.

A tanto hemos llegado que en esta edición las autoridades han decidido sancionar económicamente a quien grabe la carrera al tiempo que corre en ella (aunque la norma peca de ser un poco estricta al no distinguir entre grabar con arnés y grabar con la cámara en la mano).


Porque además somos como somos, y si se nos cae la cámara -algo bastante probable cuando cientos y cientos de personas corren a nuestro alrededor- somos tan idiotas como para pararnos a buscarla. Ponemos en riesgo nuestra vida por un vídeo o una foto, y lo que es peor: ponemos en riesgo la vida de los demás.

Como sucede muchas veces lo que nació siendo una útil herramienta se ha convertido en un peligroso lastre del que no sabemos desprendernos. Es genial poder tomar una foto en cualquier parte y en cualquier momento, pero no lo es menos disfrutar simplemente del momento.

La realidad vista a través del visor de una cámara no tiene una cobertura del 100%. Mientras nuestro ojo se centra en enfocar, la vida pasa junto a nosotros sin que nos enteremos. ¿Quién no se ha perdido algo por estar mirando la pantalla de su cámara?

Pero hay más. Hacemos cientos o miles de fotos en cada viaje, en cada salida, en cada evento… ¡incluso en cada trayecto al trabajo! ¿Y cuántas de esas fotos volvemos a ver? Hemos perdido el gusto por ver fotos, como quien come porque es una necesidad fisiológica y no distingue la comida rápida del asado de la abuela. Es un hecho: tenemos la necesidad de hacer la foto, de saber que la tenemos, de que está ahí guardada en algún rincón de nuestro ordenador. Pero no tenemos la necesidad siquiera de verla de vez en cuando.

Ya ha pasado a la historia aquella tradición de sentarse los amigos en un salón y pasarse álbumes de fotos antiguas para recordar los viejos tiempos. Servidor incluso ha desistido de la tradición de pasarse el iPad en ese mismo salón o enviar por WhatsApp fotos de antaño. Debe ser que el ahora es tan intenso que no tenemos ni un respiro para recordar el ayer.

Tal vez sea un consejo un poco extraño viniendo de un fotógrafo, pero lo digo como lo siento: haced menos fotos. O tal vez mejor: haced las fotos cuando haya que hacerlas. Una foto de una puesta de sol de nuestras vacaciones está bien, pero no necesitamos hacer quince fotos de las quince puestas de los quince días que tenemos de vacaciones, como tampoco necesitamos fotografiar las quince comidas o los quince desayunos.

Cuando estudiaba, lo que más me gustaba hacer el fin de semana era sacar la cámara. Hoy, que hago fotos a diario, sacar la cámara el sábado no me emociona tanto. Probablemente fotografiar me ha quitado las ganas de disfrutar de la fotografía. Que no os pase lo mismo.

Es genial poder tomar una foto en cualquier parte y en cualquier momento, pero no lo es menos disfrutar simplemente del momento

Fuente: http://www.quesabesde.com

* * * 

Mis cuentos absurdos: 

Érase un cartero que empezaba su trabajo. Se levantó venciendo la perecilla del madrugón. Tras haber desayunado deprisa y corriendo se despidió de su mujer e hijos. Al llegar a la central de Correos se encontró con muchas cartas, montones y montones de ellas para repartir. cada cual era para una esquina de la ciudad. No sabía donde estaban muchas de las calles que aparecían en las señas. Como tenía el sueldo asegurado y otras cosas que hacer se le ocurrió una brillantísima idea: como en todas las cartas esta puesta la dirección correspondiente de los destinatarios, cuando salió a hacer el reparto las echó a un buzón.

Mis frases preferibles: 

"Disfruta de los pequeños momentos de la vida, los grandes son pocos y muy separados"
                                                                                                                      -anónimo-

äma®

No hay comentarios:

.