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Reemplazar el router wifi por un módem
por cable, dar la vuelta al enchufe de la lámpara o deshacernos del inalámbrico
para volver al viejo pero sano teléfono fijo pueden
evitar que a la larga podamos sufrir el mal de la electrosensibilidad. También
otras rutinas, como evitar cargar el teléfono móvil junto a la cama o liberar
nuestro lugar de descanso aparatos eléctricos evitarán consecuencias como la
fatiga, el estrés o los dolores de cabeza.
Se llama electrosensiblidad y afecta, según estudios independientes, a una de cada mil personas. Enfermos y expertos alertan de que en pocos años la proliferación de nuevas tecnologías la convertirán en una de las grandes enfermedades del siglo XXI
Los
afectados por el síndrome de electrosensibilidad sufren cada día los efectos de
las radiaciones emitidas por elementos comunes en nuestra vida cotidiana. Aquí
puedes ver cómo reducirlas
Un elemento tan común como una lámpara
de mesa mal enchufada puede
hacer que el nivel de radiaciones concentradas en una habitación aumente hasta
causarnos fatiga. Lo mismo puede ocurrir con un ordenador, un router wifi o un
microondas. Todos son objetos comunes en nuestra rutina diaria que, funcionando
al mismo tiempo y mal conectados podrían llegar a resultar altamente
perjudiciales para nuestro organismo.
José Miguel Rodríguez, director de la empresa de estudios geoambientales Geosanix,
alerta de que tanto nuestro lugar de trabajo como nuestra vivienda pueden llegar a
ser un vivero de ondas cuya
acumulación nos podría convertir algún día en electrosensibles. «No tiene por
qué ser un motivo de alerta», subraya, «aunque deberíamos reeducarnos para
aprender a crear espacios más sanos» y deshacernos así del exceso de
radiaciones. «Siempre nos han resultado alarmantes las antenas de telefonía sin pensar que
alrededor tenemos otros elementos realmente dañinos», indica el
responsable de Geosanix.
¿Cómo nos afectan las ondas?
El doctor del Hospital
Clinic de Barcelona, Joaquim Fernández Solá, aporta
algunas claves en referencia a las ondas electromagnéticas y su incidencia en nuestro organismo:
-Afectan más a las
mujeres que a los hombres
-Peor en edades
extremas: La infancia, la edad
de crecimiento y la vejez son los rangos de edad en que más puede afectar.
iMAGEN: LAPANDORICA.COM |
-Son más sensibles a las ondas aquellas personas que ya
están sensibilizadas
también con otros elementos del medio ambiente: asmáticos, personas con pieles
atópicas, personas alérgicas al polen..
-Nuestro organismo
tiene memoria: La repetición en el
organismo de bajas exposiciones de ondas a lo largo de un tiempo concreto puede
hacer que la electrosensibilidad aparezca. No se trata de una exposición
aislada que provoca la enfermedad, sino de la acumulación de ondas en nuestro
cuerpo.
-No sirven los
tratamientos alternativos: «Tenemos que hacer medicina
basada en la ciencia, aunque ahora no haya un tratamiento convencional o
alternativo que haya producido mejorías. Ahora las opciones alternativas
tampoco sirven y muchas veces lo que hacen es incrementar el coste del
tratamiento».
- Identificar la fuente
del problema: «Es necesario
localizar la fuente de exposición que genera malestar, ya que muchas veces el
trastorno remite en cuanto te alejas de la fuente que lo genera». Tratamientos
sintomáticos: «No podemos curar al paciente pero sí mejoramos sus síntomas.
También hemos elaborado tratamientos que mejoran la adaptación del organismo a
las ondas, aunque a pesar de todo sigue siendo crucial la prevención».
Imagen:
www.abc.es
L.M.FARRACES
María Jesús necesita
cubrirse con telas especiales para minimizar el efecto de las ondas
No es todavía, o al menos según establece la Organización Mundial de Salud,
una enfermedad con carácter oficial. La ausencia de estudios impide conocer
datos relativos al nivel de incidencia y los efectos sobre la salud de eso que
algunos ya conocen y llaman «electrosensibilidad» y que, según estiman los expertos, va
camino de convertirse en uno de los grandes males de la llamada «sociedad de la
información».
Se sabe más bien poco sobre esta dolencia que aunque
parece depender del desarrollo tecnológico lleva varios años sumando afectados.
Conocida también por el sobrenombre de «alergia al wifi» -aunque
su impacto sobre la salud no depende exclusivamente de redes inalámbricas-, lo
que sí se sabe es que se trata de una enfermedad generada por la exposición continuada
a campos electromagnéticos y que
puede dar lugar a síntomas como la pérdida de la memoria a corto plazo, vómitos, dolores de cabeza,
mareos o irritación, que
se intensifican cuando el afectado permanece próximo a aparatos eléctricos.
Estudios realizados por científicos independientes indican que, a día de hoy,
la electrosensibilidad podría afectar a una de cada mil personas, y el Consejo Europeo ya ha
advertido sobre los efectos nocivos de este tipo de ondas. [Resolución del Consejo Europeo]
Imagen: es.paperblog.com |
Al margen de nombres que la definan lo cierto es que esta
enfermedad invisible, en la que se siente el dolor pero no se ve qué lo
provoca, ha
comenzado a dar pequeños pasos en su lucha por el reconocimiento.
Solo hace algunos meses que Minerva Palomar, electrosensible desde hace 15
años, consiguió
que un juez le concediera la incapacidad permanente debido a este problema.
Cierto es que hizo falta un extenuante paseíllo por abogados y tribunales para
conseguirlo, pero también ha puesto la primera piedra en el camino de una
incontable lista de afectados.
Resulta cuando menos curioso que un «alérgico al
wifi» se vea obligado a recurrir a Internet como método para conocer las causas
de su problema. La
desesperación ante un trastorno cuyos síntomas se camuflan con los de
enfermedades comunes han forzado a los afectados a tirar la toalla ante una
cura que intuyen compleja y a centrarse en la búsqueda de sistemas de
prevención. Hay, sin embargo, quienes comparan el mal causado por las
radiaciones de aparatos como el router wifi o el teléfono inalámbrico con el
generado por sustancias como el tabaco o el amianto. Y no les resulta un
paralelismo alarmante.
La generación que viene
Ha empezado, en palabras de enfermos y expertos, la era
de una «generación de electrosensibles». «En etapas anteriores no ha habido un
contacto tan fuerte con las nuevas tecnologías como ahora. Los niños ya juegan
con móviles y tienen wifi en el colegio», alerta José Miguel Rodríguez,
director de la empresa
de estudios geoambientales Geosanix.
En términos reales, la alergia al wifi es solo una pequeña porción de la tarta de
ondasque generan malestar a personas electrosensibles. Yolanda
Barbazán es una de las muchas afectadas por la enfermedad invisible que ha
querido relatar a ABC cómo el wifi, entre el resto de
radiaciones que rodean su vida, ha cambiado para siempre su rutina. «En la
oficina me molesta mucho el router, pero no puedo hacer nada porque, según la empresa
"es lo que tiene el progreso".
«Cuando mis compañeros descargan datos me
duele mucho la cabeza»
Imagen: all-chat.blogspot.com |
Cuando
mis compañeros descargan datos me duele mucho la cabeza», explica. Similar es
el caso de María Jesús, a quien la radiación desprendida por aparatos
eléctricos de cualquier clase le afecta de tal manera que no recuerda un día
en que haya estado ajena al dolor: «Mi día a día tiene picos, lo
paso mal a mediodía cuando los vecinos ponen la televisión para ver el
telediario; también por la tarde, cuando la gente enciende los ordenadores y
pone el wifi».
Los efectos de las ondas en quien padece
electrosensibilidad se multiplican a medida que permanece expuesto a ellas.
«Aunque te empiece afectando el wifi cuando llevas mucho tiempo recibiendo
radiaciones te acabará afectando todo: el cableado eléctrico, el
teléfono...Llegas a un estado en que tu cuerpo se vuelve extremadamente
sensible y notas
las ondas que desprende cualquier cosa que lleve un enchufe», cuenta
Yolanda, que empezó a encontrarse mal por una antena instalada frente a su casa
y ahora siente incluso el inalámbrico del vecino.
Sin medicamentos ni asistencia
Imagen: comusoft.com |
Los síntomas generados por la electrosensibilidad son el
primer capítulo de la lucha que los afectados libran cada día. Que la
enfermedad no se haya reconocido aún por la OMS supone, entre otras consecuencias, la inexistencia de protocolos
sanitarios al respecto y
una «ignorancia médica» que les lleva a pasar meses e incluso años en un
desesperado peregrinaje por consultas y hospitales.
Hay casos, como el de Yolanda, en que los médicos acaban
asumiendo que «algo habrán influido esas ondas». En otros, los más comunes, los
facultativos se limitan a prescribir paliativos que «no sirven para nada», y en
los peores ejemplos se acaba por asociar la electrosensibilidad a un estado de
depresión.
«Cuando te convences de que la medicina no resuelve
nada, buscas otra solución»
Esto se
debe, para Alberto Cela, también electrosensible, a que las ondas reducen la producción de serotonina en el cerebro, un
antidepresivo natural que si deja de generarse «genera tristeza, cansancio y
depresión». Tras 12 años de enfermedad Alberto decidió investigar por su cuenta
para reducir los síntomas empleando sus propios medios. No solo lo consiguió,
sino que además de haber minimizado sus dolencias ha hecho de su enfermedad su
medio de vida, dedicándose a mejorar la habitabilidad de viviendas e
intentar liberarlas de radiaciones. «Cuando te convences de que la
medicina convencional no sirve de nada buscas otras soluciones, como proteger
tu casa con materiales especializados, modificar algunas costumbrees o
desprenderte de varios aparatos». Él utiliza solo el teléfono fijo y casi no
enciende el ordenador.
Joaquim Fernández Solá es el único médico
que diagnostica la enfermedad en España. Lo hace en el Hospital
Clínic de Barcelona, al que acuden pacientes cansados del tour por
especialistas y de unos síntomas generados quién sabe por qué. «La tendencia en
medicina cuando hay una nueva enfermedad es no aceptarla y pensar que es cosa
del paciente, que se la ha inventado». Solá no ve «estrictamente» necesario que
la OMS decida que
la electrosensibilidad es una enfermedad para tratarla como tal: «Tendemos a
pensar que es culpa de la OMS ,
pero la realidad es que ni los médicos, ni el Gobierno, ni muchísimo menos la Industria tienen interés
en investigar este problema».
David contra Goliat
Imagen: terapia-fisica.com |
A día de hoy, enfermos y especialistas coinciden en que
si en algo puede avanzarse es en la creación de mecanismos
de prevención. A
María Jesús, como a otros muchos, solo le ha quedado la opción de proteger su
cuerpo como una tortuga, con un caparazón de malla metálica que bloquea «más o
menos» los efectos de las ondas.
«Los enfermos están librando una guerra parcialmente
perdida», considera Francisco Canals, director de la Agencia para la Picaresca en
Internet. «Se lograrán
cosas importantes como que la enfermedad sea reconocida, de ahí surgirán
protocolos médicos y los pacientes optarán a bajas laborales y a un tratamiento
más efectivo, pero nada más allá de eso. Es una guerra imposible en la que hay
mucho miedo en diversos frentes».
La sentencia que ha otorgado la incapacidad laboral permanente a
Minerva Palomar ha sido para muchos un clavo ardiendo al que
agarrarse tras años de permanente lucha. Otros afectados, como Alberto,
prefieren mantenerse escépticos ante el logro: «No es lo ideal alegrarse porque
un juez te dé la razón en los tribunales, estamos pidiendo que un médico nos
diagnostique, como a un enfermo cualquiera y nada más».
El ejemplo sueco
I.
ZAMORA
Pacientes
electrosensibles y expertos españoles ven en Suecia el paraíso en el que esta
enfermedad dejaría de ser algo extraño. Se trata del primer país que ha
reconocido la electrosensibilidad como
enfermedad y en consecuencia como causa de baja laboral. No solo no ha hecho
falta un pronunciamiento por parte de la
OMS para conseguir el logro, sino que el Parlamento Europeo ya ha solicitado a todos los estados
miembros seguir los
pasos de Suecia y reconocer la electrosensibilidad del modo que merece.
La
legislación sueca ha calificado la electrosensibilidad como motivo de
discapacidad y ya se están dando los primeros pasos en países como Alemania o
Inglaterra para minimizar los efectos de las ondas. «En Suecia hay tratamientos
especializados para aquellos que padecen electrosensibilidad, hay protocolos específicos
y normas que impiden la colocación de antenas allí donde puedan afectar a la
salud pública», indica José Miguel Rodríguez, de Geosanix. Es el paraíso soñado
para la generación de electrosensibles, el que esperan que algún día llegue a
España.
* * *
Trucos para Pcs:
Datos personales a través de Internet
Cuando ofrezcan datos personales a través de Internet, procura que sea en una web cifrada:
aquellas cuya dirección comienza por https:// (y no http:// como habitualmente)
y que tienen en la parte inferior de la ventana del explorador el icono de un candado cerrado.
ELIMINAR LA CONTRASEÑA DEL ASESOR DE CONTENIDOS DEL IExplorer
Proteger el acceso al asesor de contenidos mediante una clave resultará útil para que ninguno de
los usuarios pueda modificar el nivel de seguridad establecido
6Sin embargo, ¿qué pasa cuando olvidamos la clave?. Desinstalar y reinstalar Internet Explorer no
servirá de nada porque la clave del supervisor del asesor de contenidos se encuentra en el
registro. Para eliminarla iniciaremos el editor de registro de Windows, con el comando
"regedit.exe" desde el menú Inicio/Ejecutar. Allí localizaremos la clave
HKEY_LOCAL_MACHINE\SOFTWARE\MICROSOFT\Windows\Current
Version\Policies\Ratings,
donde modificaremos el parámetro "key", que contiene, encriptada, la clave del asesor de
contenido. Borrándolo este valor eliminaremos el password.
-!!!-
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Mis frases preferibles:
"La imaginación imagina de noche aquello que no se halla en el día "
-Ramón Llull-
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Fuente: www.abc.es
äma®
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