El rencor
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En multitud de ocasiones suceden situaciones en nuestra vida que nos cuesta olvidar. Más si cabe si pasa con personas que queremos y que nos han hecho daño. Todos esos recuerdos van sembrando una semilla que va creciendo en nuestro interior y alimentando el Rencor.
Fue a José Antonio de 48 años quien me dijo, “a ese hombre es imposible perdonarlo”. Vino con un gran enfado en su interior fruto de toda una vida de discusiones, malos entendidos y “quiero tener la razón”. En realidad me comentaba… lo aprecio, pero me ha hecho tanto daño, que me ahoga, me decía indicándome la presión que sentía en su pecho y que le impedía hacer cualquier esfuerzo. Ese hombre era su padre.
Lo ayudamos yendo al origen de dicha emoción. Y descubrimos que desde bien pequeño había existido una lucha de poder entre los dos. Entre un padre rígido y un adolescente rebelde. Ambos querían tener la razón. No fue hasta que se independizó cuando cesaron las discusiones. Pero a medida que crecía y se independizaba, parecía que todo lo hacía mal, me comenta. Nada de lo que hago está de acuerdo, nada de lo que digo le parece bien, siempre me lleva la contraria. Para eso mejor no hablar ya que no servirá para nada. Esta creencia hizo que durante muchos años se alejara de su padre. Fue cuando se caso y tuvo un hijo cuando volvieron a repetirse las mismas situaciones de padre rígido, pero ahora era él el protagonista y su hijo el rebelde.
Vaciando todo su dolor, ayudándole a ver y sobre todo sentir que en realidad, no eran dos personas opuestas, sino muy parecidas. Fue entonces cuando se dio cuenta que lo que más rechazaba de su padre, era lo que más rechazaba de él mismo. No me lo puedo creer, me decía, es como si toda la vida hubiera tenido un espejo delante de mí y no me había dado cuenta.
Le ayudamos a que se aceptara, a que liberara su dolor y sobre todo, darse cuenta que su padre era un reflejo de lo que había en su interior. Con visualizaciones fuimos creando una nueva realidad en su mente. Una realidad llena de comprensión, compasión y amor.
Un día llegó a la consulta y me dijo, lo he conseguido, no me costó nada, fue como si lo hubiera hecho toda la vida y con lágrimas en los ojos me dijo, por fin, lo he podido abrazar. Fue tal la sorpresa para él que en un inicio se quiso separar, me decía, pero al tranquilizarlo, se relajó y emocionado me abrazó con fuerza y me dijo al oído… te he echado tanto de menos hijo mío.
Ahora después de muchos años perdidos, por fin he recuperado a mi padre, ahora es él el que al verme levanta los brazos y me busca. Pero mi mayor satisfacción es ver como mi hijo ha recuperado a un abuelo que lo quiere, que no ha de educarlo, sino enseñarle de la vida y de todo lo experimentado.
Todo cuanto ese hombre aprendió, experimento y transformó, se convirtió en una sabiduría que pasará de padres a hijos. Todo cuanto uno siembra, es cuanto uno recoge, le decía su abuelo a su nieto. Pero en esta ocasión no lo dijo con dolor, sino con un corazón renovado, fruto del amor reencontrado.
No importa lo que pasó, no importa lo que se dijo, no importa lo que tendría que haber hecho. Lo realmente importante es recuperar el tiempo perdido. Perdona y perdónate, merece la pena. No es tarde. Yendo al origen con Ataraxia y liberando el dolor, puedes volver a recuperar el Amor de aquellos que te importan. O simplemente, dejar de pensar en el pasado y vivir intensamente tu presente. Ama y se Feliz, te lo mereces.
Yendo al origen podemos desactivar todos esos sentimientos y pensamientos que te afectan. Centrándonos en la solución y no en el problema. Con ayuda todo es más fácil. Siente la Alegría de estar vivo, siente la Alegría de vivir. Sé Feliz te lo mereces.
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Fuente: Cuida tu cuerpo.es
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