28 feb 2012

La rana que enturbia el charco



                          


                              

Ya está bien hombre, después de sacar el correspondiente ticket y colocarlo en mi vehículo, por lo que se ve,  tenía también que haber pagado al gorrista,  sí, ese que no da un palo al agua y  que vive de gorra a costa de tontos  como tu y como yo. 

Al final siempre ocurre lo mismo, por miedo a estos vándalos,  rascamos el bolsillo y a veces incluso después de hacerlo, nos miran con desprecio por ser tacaños con el regalo obligatorio que acabamos de entregarle. 
Sí, efectivamente, me refiero a la zona azul, que aún no se como funciona, porque pagas para estacionar y para que te vigilen el coche, y en cambio el susodicho solo aparece para multarte si no has sacado el papelito de la máquina.
Y ahora que, ¿quién se hace cargo de la raya?, o ¿acaso no es zona vigilada?
No me gusta generalizar, pero se lo que digo y todos me entendéis. 
En este caso ocurrió en la Plaza de San Nicolás, cerca de las oficinas de hacienda, donde yo había ido a solucionar un problemilla menor. Al llegar a la citada plaza observé que solo había un aparcamiento libre y, rápidamente me dispuse a colocar allí mi auto, de repente apareció un personaje con cara de pocos amigos y con mirada amenazante, debió de ser por mi escasa atención hacia él. 
El resultado es el que todos sabéis, al terminar mi visita, cuando me dispuse a marcharme, eché un vistazo al lateral derecho de mi coche, y allí estaba, la marca del cobarde. Parece ser que tienen costumbre de operar de esta manera, si lo hacen por la parte del conductor, lo ves en el momento, y corren el riesgo de que alguien les parta la cara, por eso actúan de la manera más rastrera, y es una pena, pues en esta bella ciudad que nos ocupa, y que está a punto de obtener la categoría de Patrimonio de la Humanidad, hay muchísima gente amable y hospitalaria, incluso entre los que de vez en cuando nos piden una pequeña ayuda por la calle. 
Precisamente a estos últimos, es a quien más daño les hacen estos individuos, cometiendo este tipo de tropelías, pues al final todos tenemos costumbre de generalizar y culpamos a inocentes. 

Los tiempos que corren no son buenos, y mucho menos para los más necesitados, por tanto, me gustaría aclarar que Plasencia poco a poco se ha ido convirtiendo en uno de esos maravillosos rincones turísticos donde recibimos con agrado a todo el que viene. 
Como es natural, y como en muchas charcas ocurre, siempre hay alguna rana que la  enturbia. 
No os preocupéis, son hechos aislados, además, tenemos una excelente policía local, que poco a poco van poniendo las cosas en su sitio, y por lo que veo, este tipo de ranas cada vez saltan menos.
                    
Publiqué en mi blog este artículo hace ya algún tiempo, pero he decidido rectificarlo, ampliarlo y cambiarlo de nombre. El título era "Impuesto revolucionario", y este era el comentario final:
<< Yo, modestamente propongo que las autoridades hagan bien su trabajo para proteger a los honrados ciudadanos, y de este modo, es posible que algún día, comience a   sonarnos medianamente bien  lo de "Plasencia patrimonio de la Humanidad".>>

Pienso que España es un país saludable, integrado por distintas lenguas, gustos, tradiciones, costumbres, etc. todas válidas, y que lo hacen a la vez tan interesante, atractivo y variopinto, por tal motivo algunos dicen que el mejor sitio para vivir es este o aquel lugar, y creo que todos tienen razón, pero yo, modestamente, y después de haber dado algunas vueltas por ahí, elijo a mi querida Plasencia. 

¿Los motivos?, ...¡el visitante los    sabe! 

  


                                                                                  calificado por los usuarios internautas el mejor PARADOR DE ESPAÑA EN EL2011...

                                                            




   -äma-

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